domingo, 10 de agosto de 2014

Inmaculada Lergo Martín en la S.A.D.E.


En la fotografía: Bertha Bilbao, la escritora Inmaculada Lergo Martín,
y el poeta Manuel Ruano.

LA VISIÓN DEL CUERPO EN LA POESÍA 
DE OLGA OROZCO
(gacetilla)


Así tituló la escritora española Inmaculada Lergo Martín (Universidad de Sevilla), su conferencia magistral sobre la poesía de la argentina Olga Orozco (1920-1999), dictada en la Sociedad Argentina de Escritores, que en el pasado tuviera como directores a figuras tan célebres como Leopoldo Lugones y Jorge Luis Borges. Y retomando una cita de este último escritor, el poeta Manuel Ruano1, presentador de Inmaculada Lergo Martín2, expresó “que no hay nada más difícil que razonar acerca de alguien a quien se admira, agregando que, en este caso, son dos admiraciones, la de Olga y la de Inmaculada, por haber investigado de una manera tan profunda y prolija, la poesía y, en especial, la poética de la autora de Toay.
Con la asistencia de un numeroso público, la autora del libro Territorios de Fuego para una poética, se refirió al tema del cuerpo y comenzó su conferencia hablando sobre “la poesía como riesgo, como exploración” y aseveró, en su primera parte: “El propio cuerpo puede ser referencia, imagen y metáfora, objeto de la poesía, pero también puede, de una u otra forma, comprometerse en plenitud en el proceso de la escritura. El poemario Museo salvaje (Buenos Aires, Losada, 1974) de Olga Orozco está dedicado explícitamente al propio cuerpo, convoca una a una a todas sus partes, pero son ellas también las que construyen junto con la poeta las diversas composiciones.” En realidad, la naturaleza lírica de Olga Orozco se refiere al cuerpo desde sus primeros libros. En Los juegos peligrosos, por ejemplo, dice:
Yo no entiendo esta piel con que anuncia que no estoy.
¿Y estos ojos donde está suspendida la tormenta?
¿Esta mirada de ave embalsamada en mitad de su vuelo?
¿He transportado años esta desolación petrificada?
¿La he llevado conmigo para que me tapiara como un muro la tierra prometida?
Entonces, este cuerpo ¿habrá estado tal vez tan lejos de la vida
como ahora está lejos de su muerte?

En la muy densa poesía de Olga Orozco, Inmaculada Lergo, añade una particular manera de descifrar el lenguaje y agrega: “De esta forma, el cuerpo no es visto como una circunstancia pasajera, ni como un instrumento útil para esta vida, ni como la materia que aprisiona nuestro espíritu, ni como el compendio finito y total de la existencia humana. Quiere observarlo y ver si le proporciona algunos indicios de esa realidad que se le oculta.”
Y concluye en su brillante exposición, citando unos versos de “Himno de alabanza”:
¡Ah, sentidos, mis guardianes insomnes,
refugios instantáneos en un mundo improbable y sin fondo,
como yo!
Desde lo más profundo de mi estupor y mi deslumbramiento yo te celebro,
cuerpo, suntuoso comensal en esta mesa de dones fugitivos.

En síntesis, una pieza literaria de gran envergadura que ha de gravitar por su originalidad en la historia bibliografica y crítica de la escritura orozquiana.
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1 Manuel Ruano, es autor, entre otros libros, de : Olga Orozco, Obra Poética (Biblioteca Ayacucho, Caracas, 2000); Mirada de Brueghel (F.C.E., México 1990) y Lautréamont y otros ensayos (CELARG, Caracas, 2010)...

2 La Dra. Inmaculada Lergo Martín, ha publicado: Vivir en el poema-Homenaje a Carlos Germán Belli (Editorial Point de lunettes, Granada, 2013); La poesía contemporánea del Perú ( Sevilla, 2013), entre otros.

1 comentario:

Miroslav dijo...

Qué bueno este blog. Me perdí de ir a escuchar a lo del marqués de SADE esta conferencia.(Menos mal, porque no soporto el sadismo de ciertas "académicas" que se me aparecen hasta en la sopa). Me hubiera gustado saludarte, querido Ruano, y escuchar la ponencia de Inmaculada sobre O.O.a quien siempre leo. Recuerdo que mientras ella escribía Himno de Alabanza, yo estaba cerca. Fue en febrero de 1996, en la estancia El Retiro. Ambos éramos huéspedes de Alicia Jurado. Una tarde Olga estaba desesperada porque no encontraba el adjetivo indicado para una ramita de hierba. No le gustaba la palabra rama -suena a ramera decía amargada. Pensé cómo podía ayudarla; entonces, me vino a la mente el término brizna y cuando se lo dije, Olga me abrazó y dijo en voz alta, con esa voz de madre superiora que tenía: "Agradezco a la hierba la tierna protección para mis pies furtivos, / y a tí, brizna en el viento, por todo el imprevisible porvenir." Vaya un abrazo, Miroslav