jueves, 27 de octubre de 2011




Poemas de la guerra de Wilfred Owen

(Inglaterra 1893-1918)

A P O L O G I A

P R O

P O E M AT E

M E O

Por Wilfred Owen


También yo he visto a Dios por entre el barro

que restalla en el rostro de un hombre

sonriente.

La guerra dio a sus ojos más gloria aún que sangre

y a sus risas más gozo que el que estremece a un niño.


Qué alegría reír allí en donde

la muerte se hace absurda, y más aún la vida,


pues nuestro era el poder, mientras todo asolábamos,

de no sentir remordimiento por los muertos.


Yo también he dejado a un lado el miedo

muerto, al igual que mi escuadrón, tras la barrera

y, alzándose, mi alma ha pasado ligera

sobre el alambre donde yace la esperanza.


Y he visto a hombres exultantes:

los rostros que fruncían siempre el ceño

se encendían de pronto de entusiasmo,

como ángeles un punto, aunque ángeles sucios.


Y también he hecho amigos

de los que nadie habla en canciones de amor.

Porque no es el amor quien enlaza los labios

con los ojos sedosos que añoran al ausente


por la alegría, cuyo lazo se suelta,

sino la herida de la guerra, con alambres

y estacas;

es ella quien enlaza con un vendaje usado

atado en la correa de un fusil.

He hallado a la belleza

en esos juramentos que el coraje confirma.

He oído música entre el estruendo del combate

y he hallado paz donde las bombas escupían

fuego.

Pero sólo si compartís con ellos

la sombría tristeza del infierno,

con ellos cuyo mundo es un relámpago

y cuyo cielo es el camino de las balas,


no oiréis su risa nunca.

No dejarán mis chanzas que creáis

que han sido bien felices. Merecen vuestras lágrimas.

No merecéis vosotros su alegría.


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