sábado, 18 de junio de 2011



Edith Sitwell


Edith Sitwell con Marylin Monroe

Canción callejera

Amad mi corazón una hora, pero mis huesos todo un día…
El esqueleto al
Amenos sonríe, pues tiene un mañana; pero

los corazones de los jóvenes son ahora el oscuro tesoro

de la Muerte, y el verano ha quedado solitario.


Consolad a la luz solitaria y al sol en su tristeza, venid
como la noche, pues terrible como la verdad es el sol,
y a la luz muriente muestra sólo el hambre de paz
del esqueleto, bajo la carne como la rosa estival.

Ven a través de las tinieblas de la muerte, como viniste
antaño a través del follaje de la juventud, a través de la
sombra como la puerta florecida que lleva al Paraíso,
lejos de la calle… tú, la ciudad aún

por nacer vista por los desamparados la noche de los pobres.

Andáis por los caminos de la ciudad, donde la sombra amenazante
del Hombre ribeteada de rojo por el sol como Caín tiene una
forma cambiante: esbelta como el Esqueleto, agazapada como el Tigre,
con la presteza y la vieja sabiduría del Simio.

El pulso que late en el corazón tórnase el martillo que resuena en
el Campo del Alfarero donde construyen un mundo nuevo con
nuestros Huesos, y las inmundicias que dejan caer y el clamor
durante el día de las rapaces que se alimentan de carroña… Pero
tú eres mi noche y mi sosiego,

la noche santa de la concepción, del descanso, la oscuridad
consoladora en que todos los hombres son iguales: el réprobo
y el justo, el rico y el pobre no son ya naciones separadas,
sino hermanos en la noche.


Tal fue la canción que oí: ¡pero los Huesos son mudos!
Quién sabe si el son era el de la luz muerta que llamaba,
de César haciendo rodar cuesta arriba la piedra
de su corazón, o la carga de Atlas despeñándose.


Edith Sitwell

(Inglaterra, 1887-1964)

No hay comentarios: