miércoles, 4 de febrero de 2009






HISTORIA DE ESAS TÍAS

Yo tenía una tía rica que de tanto en tanto enviudaba.
Y una tía pobre, que por nada perdía las esperanzas,
así como perdía a sus gatos y lavaba ropa en los sueños...
A la tía rica le encantaba coleccionar brazaletes,
guantes de extrañas sedas y maridos de trapo que se
desvanecían en el aire con la primera luz del amanecer...

A la tía pobre, había que darle jarabes y dulces raros
para revivirla del aburrimiento. Cada temporada,
le daba por hablar con los retratos de los ausentes,
bailar con sus recuerdos en un dormitorio vacío,
pero repleto de fantasmas, y coleccionar revistas
de modas, maniquíes y encajes solemnes...
A ella, es claro, le gustaban las historias de vampiros
y de mujeres violadas por salvajes inexistentes.
Le atraían, además, las películas idílicas y se perdía
de amor detrás de la ventana en noches de luna llena,
escribiendo más tarde cartas que se extraviaban
como un sueño.

¿Adónde iría a parar todo eso?

A la tía rica no le sucedían esas cosas: ella se
devoraba a los vampiros...


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