lunes, 15 de septiembre de 2008

In terra ignota...

o había aprendido a escribir con caligrafía lunaria y sentido mercurial de las horas. No obstante, busqué mi Harrar en el trópico. Inventé los amaneceres y los crepúsculos irredentos. Me alimenté de luces. Y tuve que ahuyentar a los intrusos y antropófagos de la escritura. Navegué los sueños y quedé cautivo. Como en la pierna caminadora de Rimbaud, descubrí mapas desconocidos y se pudrió también la sombra. Con los años, creció en mí una bella y solitaria flor nacida de la conjunción de cielos y mares de una inesperada lucidez poética...”


(En los días que corren de septiembre del año 2008)